Ego

  Su palabra favorita es ‘yo’: ‘yo hice’, ‘yo fui’, ‘yo soy’… Todas sus acciones están encaminadas, de una forma u otra, a alimentarse a sí mismo, por lo que su aspecto es rechoncho.

 Una de sus particularidades es que nunca se siente plenamente satisfecho. La necesidad de llenar este fastidioso vacío le ha creado a Ego una obsesión con las cosas grandes: ‘¡más!, ¡más!, exhorta siempre ansioso.

 Empezó de niño, exigiendo más chocolate y juguetes y ahora que es más mayor sueña con grandes coches, inmensas sumas de dinero y una pantalla inmensa para su dormitorio. Su gran frustración es su pequeño tamaño, que intenta compesar con torpes ardides para parecer más interesante.

 Ego bebe de la autoridad y poder que con mucho esfuerzo ha acumulado en sí mismo. Su persona es su carta de presentación, por eso le obsesiona aparentar. No tolera el error, que ve como una debilidad. Jamás reconocería un fracaso. Tampoco le gusta pedir disculpas, ni retractarse de una decisión. Lleva gafas de culo de vaso para parecer más mayor de lo que es, viste con ropa de marca.

 Odia los cambios. Su lema es ‘más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer’. Le ha costado mucho llegar hasta donde está y no se arriesgará a poner esa posición en peligro con un intolerable fracaso. Sus amigos se reirían de él.

 Su temor al cambio le lleva a congelar cosas e ideas compulsivamente. Utiliza sus superpoderes para mantenerlas intactas y conservadas en un estado que Hackerina define como ‘de muerto’. No se las puede tocar, ni modificar, ni compartir, sólo acumular en cajones y estanterías en las que Ego puede presumir de ellas ante sus conocidos.

 Cree que Hackerina es una romántica y una ingénua que no sabe nada del mundo y de sus gentes que -como él sabe muy bien- apestan y son egoístas por naturaleza.

 En el fondo es un ser triste y solitario que siente que ha perdido su gloria, su ser  y su lugar en el mundo, por eso reacciona a la defensiva cuando aparece Hackerina.

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